miércoles, 30 de noviembre de 2011

ER – IV BIMESTRE – 3ro de Secundaria

EL BAUTISMO

1. Naturaleza, Institución y necesidad del Bautismo

«El Bautismo es el sacramento de la fe por el cual el cristiano renace a la vida divina, es hecho hijo de Dios, miembro de la Iglesia y partícipe de la divina naturaleza y, por lo mismo, realmente santo».

2. El nombre del Bautismo

«Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (Baptizein en griego) significa sumergir, introducir dentro del agua. La inmersión del agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con Él como nueva criatura.

3. Institución del Bautismo

En cuanto a la institución del bautismo es una verdad de fe que fue instituido por Cristo.

Aunque ignoramos el momento preciso en que lo hizo, es evidente la familiaridad de Jesús con el rito del bautismo. Cabe puntualizar que en tiempos de Jesús existían ritos bautismales y hacían uso del agua por la simbología que este tenía para sus contemporáneos. Pero el bautismo del Señor se diferenciaría de estos.

4. El rito bautismal

El «rito esencial» por el que se confiere el bautismo consiste en una aplicación del agua al cuerpo del que se bautiza, de manera que, según la estimación común, hay un verdadero lavado, acompañada de las palabras: N., yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

La «materia» es el agua común o natural derramada sobre la cabeza del que se bautiza. La «forma» son las palabras (fórmula trinitaria) que Jesús señaló en el Día de su ascensión.

Sin estos dos elementos esenciales del rito no habría signo sacramental ni, por tanto, bautismo. La ceremonia no tendría ninguna validez: no existiría como sacramento ni produciría por tanto sus efectos.

5. Necesidad del Bautismo

El bautismo es necesario de medio, para la salvación eterna. Así lo indicó Jesús, de manera absoluta y sin excepciones, en su conversación con Nicodemo.

Sin embargo, en cuanto a la infusión de la gracia santificante y al perdón de los pecados (no en cuanto al carácter), el bautismo propiamente dicho o bautismo de agua puede ser suplido por:

a. El «bautismo de sangre o martirio», es decir, la muerte violenta sufrida por causa de Cristo, tanto en los que tienen uso de razón como en los que no lo tienen; así lo demuestra la antigua celebración de la fiesta de los Santos Inocentes.

b. El «bautismo de deseo», es decir, el acto de amor de Dios unido al deseo, que basta que sea implícito, de recibir el bautismo; el bautismo de deseo sólo se puede dar, por tanto, en los adultos con uso de razón, no en los niños.

6. Ministro del Bautismo

«Son ministros ordinarios del Bautismo, el Obispo y el Presbítero, y, en la Iglesia latina, también el diácono»

En caso urgente con peligro de muerte, toda persona puede administrar válidamente el Bautismo, siempre y cuando tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia, aunque ni siquiera sea cristiana. En este caso lo que ha de hacer es precisamente el rito esencial: derramar tres veces agua sobre el bautizado, diciendo las palabras «yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

7. Sujeto del Bautismo

Es sujeto capaz de recibir el bautismo «todo ser humano aún no bautizado y sólo él»

a. Bautismo de adultos

Entendemos aquí por adultos los que ya han pasado de la infancia y tienen uso de razón.

Para que un adulto reciba «válidamente» el bautismo ha de tener la intención explícita de recibirlo aunque también cabe una intención implícita (p. e.: un moribundo que se sabe que se quería bautizar).

Para que lo reciba «lícitamente», debe conocer las principales verdades de la fe (que existe Dios, que es remunerador, que en Dios hay tres personas) y las principales obligaciones cristianas; además debe haber sido probado en la vida cristiana mediante el catecumenado (preparación para el bautismo) y ha de tener dolor de sus pecados.

b. Bautismo de niños

Respecto al bautismo de los niños, por una parte, los padres católicos «tienen la obligación de hacer que sus hijos sean bautizados en las primeras semanas».

Por otra, el bautismo no se debe administrar a los hijos de padres que no den su consentimiento o si no hay esperanza de que el niño vaya a ser educado en la fe católica. Pero en peligro de muerte, puede bautizarse a todo niño que no lo esté y no haya alcanzado el uso de razón, a pesar de la oposición de sus padres.

8. Requisitos para ser padrino de Bautismo

Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que:

a. Haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes ocupan su lugar o, faltando éstos, quien el párroco o ministro, y que tenga la capacidad para esta misión e intención de desempeñarla.

b. Haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca otra edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible una excepción.

c. Sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente en la fe y con la misión que va a asumir.

d. No esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada.

e. No sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar.

9. Efectos

a. La infusión de la gracia santificante, a la que acompañan las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.

b. El perdón de todos los pecados, tanto del original como de los actuales, y no sólo de los mortales sino también de los veniales.

c. El perdón de toda pena debida por los pecados. Es decir, no sólo de la pena eterna (lo que ocurre siempre que se perdonan pecados mortales a través de la infusión de la gracia santificante), sino también de toda la pena temporal.

d. El carácter bautismal, que es un signo imborrable que nos asemeja a Cristo y que da la capacidad de recibir los otros sacramentos.

e. La gracia sacramental, que en el caso del bautismo viene a ser la misma gracia santificante con un derecho a especiales ayudas para ejercitar la fe, llevar una vida verdaderamente cristiana y recibir debidamente los demás sacramentos.

f. La incorporación del bautizado al cuerpo de Cristo que es la Iglesia, cuya unidad construye el bautismo.

LA CONFIRMACIÓN

1. Definición y naturaleza del sacramento de la confirmación

La Confirmación es el sacramento que fortalece y completa la obra del Bautismo. La misma palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice ya mucho de lo que ella obra en el cristiano.

Por implicar perfección y consumación de la gracia y el carácter del bautismo, este sacramento forma parte de la iniciación cristiana. Confirmar significa afirmar o consolidar, y por ello la confirmación lleva a su plenitud lo que en el bautismo era sólo inicio.

Por este sacramento, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla; de luchar con fortaleza por nuestra santificación y colaborar eficazmente en la santificación del mundo.

2. Institución del sacramento de la confirmación

El sacramento de la confirmación, como todos los sacramentos, fue instituido por Cristo.

No se sabe cuándo lo hizo. Unos piensan que quizá fue en la Última Cena, y que de esto vendría que la consagración del crisma se haga el Jueves Santo, de lo cual parece que hay ya testimonios en el siglo III. Otros piensan que lo instituyó después de la resurrección y que comenzó a estar vigente después de Pentecostés.

Sobre la sacramentalidad de la Confirmación se desprende de estos hechos:

a. Los Apóstoles efectuaban un rito consistente en la oración y la imposición de las manos;

b. El efecto de este rito externo era la comunicación del Espíritu Santo, principio de la santificación interna;

c. Los Apóstoles actuaban en cumplimiento de la voluntad de Cristo.

3. Celebración del sacramento de la confirmación

En el rito latino, la ceremonia completa de la Confirmación consta fundamentalmente de la renovación de las promesas del bautismo (renuncia a Satanás y profesión de fe), seguida de una imposición de las manos y de la unción con el crisma en la frete de cada uno de los confirmandos, unción que hace el ministro con el pulgar de la mano derecha y en forma de cruz.

Si es posible, la confirmación se debe de administrar en una iglesia y dentro de la misa. Cuando se hace dentro de la misa, el sacramento se confiere después de la liturgia de la palabra y antes de iniciar la liturgia eucarística.

4. Materia y forma del sacramento de la confirmación

La «materia» de la confirmación es el «Crisma». El crisma es un aceito consagrado por el obispo en la Misa Crismal del Jueves Santo. El aceite que se consagra o bendice para confeccionar el crisma es aceite de oliva mezclado con una pequeña cantidad de bálsamo.

La «forma» de la confirmación es «la unción que va acompañada de unas palabras que expresan lo que significa este gesto y son, por tanto, parte integral del signo sacramental. En el rito latino, las palabras son: NN, recibe por esta señal el don del Espíritu Santo».

5. Ministro de la confirmación

El «ministro originario» de la confirmación es el obispo. Un texto de los Hechos de los apóstoles narra cómo para confirmar a los que había bautizado el diácono Felipe fueron dos apóstoles –en este caso San Pedro y San Juan, que eran dos ministros que gozaban de la plenitud del sacerdocio que tienen los obispos.

En el rito latino, el obispo es el ministro ordinario de la confirmación. El obispo diocesano debe en principio administrar la confirmación por sí mismo o por otro obispo, aunque si la necesidad lo requiere, puede facultar a uno o más presbíteros para que lo hagan.

El «ministro extraordinario» es «el presbítero dotado de facultad por el derecho común o por concesión peculiar de la autoridad competente» (cf can. 1313).

6. Sujeto de la confirmación

«Todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir el sacramento de la confirmación».

Para recibir «válidamente» la confirmación, en el bautizando con uso de razón se precisa también la intención. Para recibirla «lícitamente», el bautizado con uso de razón debe además tener la debida instrucción y estar en gracia de Dios.

En cuanto a la edad del sujeto, la práctica general de la Iglesia latina es que no se confirme a los niños antes de que alcancen el uso de razón. Pero se puede anticipar su administración si hay peligro de muerte o si es conveniente por otras razones justas.

Para recibir la Confirmación es preciso hallarse en estado de gracia. Conviene recurrir al sacramento de la Penitencia para ser purificado en atención al don del Espíritu Santo.

7. Efectos de la confirmación

a. Aumento de los dones del Espíritu Santo;

b. Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia;

c. El carácter propio de este sacramento, que es un sello del Espíritu Santo que «marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre». Este «carácter» también perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo.

8. Necesidad del sacramento de la Confirmación

El bautismo es el «único sacramento absolutamente necesario para la salvación». La confirmación, pues, ser necesaria sólo de modo relativo; es decir, que se requiere no absolutamente para salvarse, sino sólo para llegar a vivir con plenitud la vida cristiana.

El derecho vigente prescribe a todos los fieles la obligación de confirmarse en el tiempo oportuno, por lo que, si se dejara de recibir por menosprecio o negligencia, se pecaría gravemente.

LA EUCARISTÍA

1. Definición y Naturaleza de la Eucaristía

«La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna».

La Eucaristía también es «el memorial de la Pascua de Cristo» (en un «sacrificio» incruento), es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.

A la Eucaristía se le llama «el sacramento por excelencia», porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias. Además, todos los demás sacramentos tienden o tienen como fin la Eucaristía, ayudando al alma para recibirlo mejor y en la mayoría de las veces, tienen lugar dentro

Finalmente, por la Eucaristía nos unimos ya a «la liturgia del cielo» y anticipamos la «vida eterna», cuando Dios será todo en todos.

2. Nombres que recibe este Sacramento

Eucaristía porque es acción de gracias a Dios. Las palabras "eucharistein" y "eulogein" recuerdan las bendiciones judías que proclaman –sobre todo durante la comida – las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación;

  1. Banquete del Señor.
  2. Fracción del pan.
  3. Asamblea eucarística (synaxis).
  4. Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor.
  5. Santísimo Sacramento porque es el Sacramento de los Sacramentos.
  6. Comunión.

3. Institución de la Eucaristía

La Eucaristía fue instituida por Cristo y consta claramente en la Sagrada Escritura en el relato de la Última cena.

Los textos de la institución de la Eucaristía coinciden en lo esencial y tienen semejante estructura literaria.

4. Materia de la Eucaristía

La Eucaristía tiene como “materia” pan de trigo y vino de vid, al que debe mezclarse antes de la consagración una muy pequeña cantidad de agua.

a. Pan de trigo (ácimo o fermentado según los diversos ritos).

b. Vino de vid (blanco, rosado o tinto).

c. El rito litúrgico del ofertorio, de mezclar unas gotas de agua en el vino, es obligatorio sub gravi.

5. Forma de la Eucaristía

La forma de este sacramento son las palabras con las cuales el Salvador consagro dicho sacramento.

Jesús la noche en que iba a ser entregado, tomo pan, y dando gracias lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomad y comed todos de el, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. Del mismo modo, acabada la cena, tomo el cáliz, dando gracias, y lo paso a sus discípulos, diciendo: Tomad y bebed todos de el, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.

6. El Ministro de la Sagrada Eucaristía

Solo el sacerdote validamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando en la persona de Cristo.

La prueba que ofrece la Sagrada Escritura es concluyente: el encargo hecho por Cristo en el Cenáculo a sus Apóstoles y a sus sucesores va dirigido exclusivamente a ellos, y no a la multitud de sus discípulos.

7. El sujeto de la recepcion de la Eucaristía

El Concilio de Trento también enseña que Todo bautizado es capaz de recibir validamente la Eucaristía, aunque se trate de un niño.

Para la recepcion lícita o fructuosa se requiere:

a. El estado de gracia.

b. La intención recta.

c. El ayuno eucarístico.

8. Efectos

Los efectos que la recepcion de la Eucaristía produce en el alma, son los siguientes:

a. Aumento de la gracia santificante.

b. Producción de gracia sacramental.

c. Perdón de los pecados veniales.

d. Prenda de vida eterna.

9. Presencia real de Cristo

La presencia real de Cristo en la Eucaristía es uno de los principales dogmas de nuestra fe católica. En la Eucaristía, por las fuerzas de las palabras de la consagración, Cristo se hace presente, de modo sacramental, en la integridad de su ser: cuerpo, alma y divinidad, en las especies de pan y vino.

El modo en que Cristo esta contenido en la Eucaristía es verdadera, real y sustancialmente. En la Eucaristía esta el mismo Jesús que nació de la Virgen Maria, que vivió ocultamente en Nazaret durante 30 anos, que predico y se preocupo por todos los hombres durante su vida publica, que murió en la Cruz y, después de haber resucitado y ascendido a los cielos, esta ahora sentado a la diestra del Padre.

10. Estructura de la Celebración Eucarística

a. Ritos iniciales: Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la Eucaristía. Comprende: Antífona o canto de Entrada y Procesión de entrada; Señal de la cruz y Saludo; Acto penitencial y Señor ten piedad; Gloria y Oración colecta.

b. Liturgia de la palabra: Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando. Comprende: Primera Lectura, Salmo Responsorial, Segunda Lectura, Aclamación al Evangelio: Aleluya y pericopa, Evangelio, Homilía, Credo o profesión de fe y Oración universal.

c. Liturgia de la Eucaristía: .Tiene tres partes: Presentación de las ofrendas, Oración sobre las ofrendas, Plegaria Eucarística (esta contiene los siguientes elementos: dialogo inicial, prefacio, Epiclesis, Narración de la institución, Anamnesis, Ofrecimiento del sacrificio, intercesiones y comunión de los santos, doxología final, Amen. Es el núcleo de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús).

d. Rito de comunión: Comprende: Padrenuestro, Rito de la paz, Fracción del pan, Acto de comulgar y Postcomunión.

e. Ritos de despedida: Son ritos que concluyen la celebración. Comprende la Bendición y la despedida y envío.

lunes, 19 de septiembre de 2011

ER – III BIMESTRE – 3ro de Secundaria

PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS: SU FE Y SU VIDA

1. Pentecostés: Principio de la Iglesia

Los Apóstoles recibieron al Espíritu Santo el día de Pentecostés. Les da fortaleza y sabiduría para extender por el mundo la doctrina de Jesucristo: Fundador de la Iglesia.

Los Apóstoles residen cierto tiempo en Palestina. Predican y propagan allí y en los países vecinos, las enseñanzas de Jesucristo. Algunos de ellos las escriben después y se forman los evangelios: S. Mateo, S. Marcos, S. Lucas y S. Juan.

2. Primeras persecuciones en Jerusalén: Saulo

La muerte de San Esteban fue la señal de violenta persecución contra la Iglesia. Todos los fieles, excepto los Apóstoles, se esparcieron por Judea y Samaria; pero al pasar de unos pueblos a otros anunciaban la palabra de Dios por todas partes. El diácono Felipe predicó el Evangelio en Samaria.

Entre los muchos que perseguían a los discípulos en Jerusalén, ninguno parecía hacerlo con tanto odio como un joven fariseo llamado Saulo, después conocido con el nombre de Pablo. Cuando va a la ciudad de Damasco, una gran luz le derriba. Jesús le habla y, aquel hombre queda convertido en un decidido apóstol de Cristo.

Pablo recorre miles de kilómetros. Predica incansablemente y convierte a innumerables personas de las más variadas profesiones. Viaja de ciudad en ciudad, sufre hambre, persecuciones y varias veces es encarcelado. Después de una vida totalmente entregada al servicio de Cristo y de los hombres muere decapitado en Roma el año 67.

El primero que abrazó la fe entre los gentiles fue un centurión llamado Cornelio, habitante en Cesárea de Palestina.

3. Separación de los Apóstoles

Para cumplir la orden de Jesús: «Id y enseñad a todas las naciones», los Apóstoles resolvieron dispersarse por las diferentes provincias del imperio romano, y llevar la buena nueva a las comarcas más remotas de la tierra, era el año 36.

Según una tradición antigua, antes de separarse redactaron un breve resumen de las principales verdades de la religión cristiana. Es el que ha llegado hasta nosotros con el nombre de Credo o Símbolo de los Apóstoles. Primer Papa después de San Pedro

San Pedro permanece algún tiempo en Jerusalén, Antioquía y otras ciudades donde predica y organiza la Iglesia. Viaja después a Roma, establece una floreciente cristiandad y gobierna como Papa a toda la Iglesia. San Pedro escribió 2 cartas. Murió crucificado en la persecución de Nerón el año 67.

4. Los primeros Papas

La misma doctrina de Jesucristo y de San Pedro practican y enseñan los Papas que, después de la muerte de San Pedro, uno tras otro se van sucediendo en el gobierno de la Iglesia: Lino, Cleto, Clemente, Evaristo, Alejandro, Sixto...

La Iglesia se afianza poco a poco. Aumenta el número de cristianos pero todavía tienen que escuchar la Santa Misa y tener sus reuniones de una manera oculta en las catacumbas.

5. Las persecuciones romanas

Durante los tres primeros siglos, la Iglesia padece una de las más duras pruebas de su historia. A medida que se iba extendiendo el Cristianismo, los emperadores lo veían con malos ojos y persiguieron a muerte a los cristianos, porque, al ser adoradores de un solo Dios, rechazaban los dioses del imperio romano y su culto.

También los judíos no miraban bien al cristianismo y lo mismo sucedía con la masa popular por calumnias que se levantaban contra ellos.

Las principales persecuciones que se enumeran son 10, que empezaron con Nerón y culminaron en Diocleciano y Juliano el Apóstata. Bajo la persecución de Nerón (a.64-68) fueron mártires los Apóstoles Pedro y Pablo, y a éstos le siguieron en épocas siguientes: San Clemente Romano, San Ignacio, San Justino, Santa Cecilia, San Policarpo, San Ireneo, San Lorenzo, San Vicente y muchos millares de cristianos.

6. Reinado de Constantino

A partir de la conversión del emperador romano Constantino el Grande (a. 306-337), hijo de Santa Elena, la Iglesia fue reconocida oficialmente. Publicó el famoso Edicto de Milán, por el cual se concedía a los cristianos el libre ejercicio de su culto, con restitución de las iglesias y otros inmuebles de que habían sido despojados (a. 313).

Anteriormente, en el año 311 el emperador Galerio había emitido en la ciudad un edicto conocido como el "Edicto de Tolerancia de Nicomedia". En él se concedía indulgencia a los cristianos y se les reconocía su existencia legal y libertad para celebrar reuniones y construir templos para su Dios por lo que la persecución de los mismos finalizaría.

"Habiendo recibido esta indulgencia, ellos habrán de orar a su Dios por nuestra seguridad, por la de la República, y por la propia, que la república continúe intacta, y para que ellos puedan vivir tranquilamente en sus hogares (Emperador Galerio).

Con Teodosio I (a. 378-395) el cristianismo llegó a ser la religión del estado. En el siglo IV se ven florecer comunidades cristianas, llegando a tener cada una de ellas su Obispo propio.

 

LA CRISTIANDAD MEDIEVAL Y SU RUPTURA EN LA REFORMA

1. Principales herejías

Con el triunfo del cristianismo no desapareció el espíritu pagano de la sociedad, sino que permanecieron supersticiones populares. Esta fue la causa de que la pureza de la fe y de las costumbres padeciesen declinaciones y apareciesen sectas heréticas en los siglos IV y V: arrianismo, macedonianismo, nestorianismo, eutiquianismo, pelagianismo y priscilianismo.

La palabra "herejía" proviene de la lengua griega y encierra el concepto de error, desviación o enseñanzas de doctrinas que van contra un programa de fe, ya estructurado, o bien sometido a examen y finalmente aprobado con una definición de base inmutable. Desde el tiempo de los apóstoles abundaron las herejías: unas negaban la divinidad de Jesucristo, otras su humanidad y otras amalgamaban la doctrina cristiana con otras religiones, etc.

Durante toda la época de las persecuciones oficiales surgieron herejías, la mayoría provenían de los mismos cristianos descontentos y algunas de los paganos. Tampoco faltaron los defensores de la fe verdadera y exponían, al mismo tiempo, la doctrina bíblica ensenada por la Iglesia.

Apenas terminadas las persecuciones a principios del siglo IV, la Iglesia, como institución, gozo oficialmente de plena libertad y fue, entonces, cuando aparecieron las llamadas grandes herejías; las llamaron grandes por la extensión que cubrieron a lo largo y ancho del imperio romano, que paulatinamente iba Cristianizándose, y también por el numero de sus seguidores que se enrolaban en sus filas, sin excluir sacerdotes y obispos.

2. Concilios Ecuménicos

La Iglesia ha tenido 21 Concilios Ecuménicos, sin contar el de los Apóstoles en Jerusalén.

El Concilio de Nicea

El Concilio I de Nicea es el primer Concilio Ecuménico, es decir, universal, en cuanto participaron obispos de todas las regiones donde había cristianos. Tuvo lugar cuando la Iglesia pudo disfrutar de una paz estable y disponía de libertad para reunirse abiertamente. Se desarrollo del 20 de mayo al 25 de julio del ano 325. En el participaron algunos obispos que tenían en sus cuerpos las señales de los castigos que habían sufrido por mantenerse fieles en las persecuciones pasadas, que aun estaban muy recientes.

El emperador Constantino, que por esas fechas aun no se había bautizado, facilito la participación de los Obispos, poniendo a su disposición los servicios de postas imperiales para que hicieran el viaje, y ofreciéndoles hospitalidad en Nicea de Bitinia, cerca de su residencia de Nicomedia. De hecho, considero muy oportuna esa reunión, pues, tras haber logrado con su victoria contra Licinio en el ano 324 la reunificación del Imperio, también deseaba ver unida a la Iglesia, que en esos momentos estaba sacudida por la predicación de Arrio, un sacerdote que negaba la verdadera divinidad de Jesucristo. Desde el ano 318 Arrio se había opuesto a su obispo Alejandro de Alejandría, y fue excomulgado en un sínodo de todos los obispos de Egipto. Arrio huyo y se fue a Nicomedia, junto a su amigo el obispo Eusebio.

Primer Concilio de Constantinopla (ano 381)

II concilio ecuménico. Reunido durante el pontificado del Papa San Dámaso y el Emperador Teodosio el Grande. Contra los macedonianos.

Macedonio, patriarca de Constantinopla, admitía la divinidad del Verbo pero la negaba en el Espíritu Santo; decía que era una criatura de Dios, una especie de súper ministro de todas las gracias.

Este Concilio reafirmo la divinidad del Espíritu Santo y enseño contra los

macedonianos que el Espíritu Santo es verdadero Dios, como el Hijo y el Padre. (Símbolo Niceno - Constantinopolitano).

Concilio de Efeso (ano 431)

Convocado por el Papa San Celestino I y presidido por el Patriarca Cirilo de Alejandría, ese Concilio condeno la herejía cristológica y mariológica de Nestorio y proclamo la maternidad divina de Maria, La Theotokos. El símbolo de Efeso precisa que las dos naturalezas, humana y divina de Cristo, están unidas sin confusión y por lo tanto Maria es verdaderamente Madre de Dios.

Nestorio, patriarca de Constantinopla, negó la unión del Verbo Divino con la humanidad en unidad de persona; afirmo que Jesús era un puro hombre en quien habitaba el Hijo del Eterno Padre, y si Jesús no era Dios tampoco Maria podía ser Madre de Dios.

también fue condenada la doctrina de Pelagio y Celestino que negaban la transmisión del pecado de Adán a su descendencia y defendían la bondad, puramente humana para hacer el bien sin el concurso del auxilio divino.

Concilio de Calcedonia (ano 451)

Bajo la autoridad del Papa San León I el Magno, este Concilio trato de las herejías de quienes negaban a Jesucristo las naturaleza divina o la humana o las confundían. Eutiques Archimandrita de un monasterio de Constantinopla quiso rebatir los errores de Nestorio y defender la unidad de Cristo. Con tal fin sostuvo que la naturaleza humana había dejado de existir como tal en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios, error conocido como monofisismo.

Según Eutiques, en Cristo había solo la naturaleza divina, la cual había absorbido. a la naturaleza humana.

El Concilio de Calcedonia preciso que las dos naturalezas de Jesucristo, la naturaleza divina y la humana, se han unido en un único sujeto personal, que es la Persona Divina del Verbo.

3. Padres de la Iglesia

San Agustín Padre de la Iglesia Universidad La Sorbona de Paris

Para defender y propagar la fe, amenazada por tantas herejías, Dios suscito a varones insignes que fueron el baluarte del Evangelio, tanto por sus heroicas virtudes como por la profundidad de su ciencia y por su celo incansable.

Los padres griegos más importantes son: San Atanasio, San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. Entre los padres latinos destacaron: San Hilario, San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio I Magno.

4. Vida religiosa

Durante los primeros siglos abundaron los santos y santas: ermitaños, anacoretas y cenobitas. Después vinieron las fundaciones de Órdenes religiosas que, abandonando el mundo, se entregaban en el claustro a una vida austera de penitencia, mortificación y privaciones, combinando la oración con el trabajo y el estudio.

En el siglo VI fue fundada la Orden de los Padres Benedictinos. Durante los siglos XI, XII y XIII aparecen las Órdenes monásticas, entre las más importantes: Camaldulenses, Cartujos, Cistercienses, Premonstratenses, Trinitarios, Mercedarios. En el siglo XIII fueron fundadas las Órdenes mendicantes, llamadas así porque sus miembros renunciaban a sus propios bienes y buscaban el alimento pidiendo limosna. Estas Órdenes son las de los Franciscanos, Dominicos, Carmelitas, Agustinos y Servitas.

5. Las cruzadas

Se da el nombre de Cruzadas a unas expediciones armadas que los cristianos de la Edad Media hicieron para conquistar la Tierra Santa, después que esta, en el siglo XI, hubo caído en poder de los turcos seldjucidas. Estas expediciones fueron ocho principales.

6. El cisma de los griegos

Desde que los emperadores fijaron su residencia en Constantinopla, los patriarcas de esta ciudad comenzaron a mostrarse envidiosos de la supremacía del Papa, y a querer igualarlo en categoría. Con este fin, aprovecharon cuantas ocasiones se presentaban para hacer actos de independencia, y arrogarse la supremacía sobre todas las Iglesias de Oriente. En el siglo VI llevo uno de ellos su audacia al extremo de tomar el ostentoso titulo de Patriarca ecuménico o universal. Tales tendencias no podían menos de concluir con un cisma, y así sucedió en efecto. Focio comenzó el rompimiento en el ano 858, y lo consumo Miguel Cerulario a mediados del siglo XI.

7. El Renacimiento

El atraso de la cultura, ocasionado por las guerras permanentes que hubo durante la Edad Media, y la formación de las lenguas vulgares derivadas del latín, trajeron notable decadencia de este idioma; por lo cual los amantes del arte iniciaron durante el siglo XIII un movimiento de regeneración para restaurar las letras, ciencias y artes clásicas.

La Iglesia funda al lado de las iglesias y monasterios las primeras escuelas y centros de las ciencias y las artes. Crea las primeras universidades que surgen de las escuelas y colegios parroquiales. De cuarenta universidades existentes en 1,400, treinta y una de ellas fueron fundadas por la Iglesia: la Sorbona de Paris, Bolonia y Salerno en Italia, Palencia y Salamanca en España, Cambridge y Oxford en Inglaterra.

también funda en Latinoamérica las primeras universidades: San Marcos en 1551, Santo Tomas de México y otras.

8. La reforma protestante

Movimiento encabezado por Martín Lutero en los comienzos del siglo XVI, que pretendía reformar la Iglesia y que termino en el gran cisma de occidente con la introducción del protestantismo. Junto a Lutero han de mencionarse otros reformadores: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII.

9. La reforma católica

En Trento, ciudad del norte de Italia, se celebro el XIX Concilio ecuménico en tres periodos: 1545-1547, siendo Papa Paulo III; 1551-1552, con Julio II, y 1562-1563, en el pontificado de Pío IV. Se ocupo de asuntos doctrinales, sobre todo en relación con los errores de los protestantes, frente a cuya cambiante doctrina dio seguridad; y de la reforma de las costumbres en la Iglesia.

lunes, 4 de julio de 2011

ER – II BIMESTRE – 3ro Secundaria

MAGISTERIO DE LA IGLESIA Y LOS SÍNODOS

El Sínodo de los Obispos es una asamblea de Obispos escogidos de las distintas regiones del mundo. Es un órgano que depende del Romano Pontífice.

En cuanto institución permanente fue creada por el Papa Pablo VI el 15 Septiembre de 1965, en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II de mantener vivo el buen espíritu nacido de la experiencia conciliar.

1. Naturaleza del sínodo de los obispos

Un sínodo es, en términos generales, una asamblea de obispos convocados por el Papa y tiene como tarea ayudar al Romano Pontífice en el gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo.

Durante las asambleas sinodales el Santo Padre y los obispos tratan ordinariamente cuestiones relativas a la Iglesia universal, aunque también pueden referirse a las Iglesias particulares.

Es el Sumo Pontífice quien convoca el Sínodo, elige el tema a tratar, designa a sus miembros, preside él mismo la asamblea o designa al Presidente y recibe las sugerencias presentadas por los obispos.

2. Asambleas del Sínodo de los Obispos e integrantes

El sínodo tiene dos tipos de asambleas: asambleas generales y asambleas especiales. Las Asambleas generales del Sínodo de los Obispos tratan asuntos concernientes a toda la Iglesia; mientras que las Asambleas especiales tratan cuestiones que conciernen directamente a Iglesias y regiones determinadas. Así, por ejemplo, hubo cinco Asambleas especiales del Sínodo de los Obispos en torno al año 2000, en que el papa convocó una Asamblea especial por cada continente.

A su vez las Asambleas generales pueden ser ordinarias y extraordinarias. Las Asambleas extraordinarias del Sínodo de los Obispos tratan cuestiones que exigen una resolución rápida. La diferencia entre una y otra es también la designación de los miembros de la Asamblea: en la Asamblea extraordinaria participan menos personas que en la Asamblea ordinaria, para facilitar la discusión rápida de los temas a estudiar.

A los miembros de la Asamblea del Sínodo de los Obispos también se les llama Padres sinodales.

El decreto de convocatoria del Sínodo determina el carácter de la Asamblea, así como el número de integrantes y forma de elección de los que proceden de las Conferencias Episcopales. La función de los Padres sinodales se refiere exclusivamente a la participación en la Asamblea para la que ha sido designado. Su función cesa cuando la Asamblea queda clausurada.

3. Organización del Sínodo de los Obispos

Se debe recordar que el Sínodo de los Obispos recibe su potestad del Papa. Por eso, el presidente del Sínodo de los Obispos es siempre el Romano Pontífice. Puede designar a otra persona para que lo presida.

Se constituye una Secretaría General permanente. Su función es desarrollar los instrumentos de trabajo y demás documentación necesaria para celebrar las Asambleas del Sínodo. Al ser de carácter permanente, su función no cesa entre una Asamblea y la siguiente; antes al contrario, su función es clave entre asambleas para mantener la actividad sinodal.

Como se puede ver, el Sínodo de los Obispos se constituye como un órgano único, que se reúne en Asambleas sucesivas. No se puede hablar con precisión, por lo tanto, de los Sínodos de Obispos en plural, pues propiamente sólo existe uno, que se reúne en diversas Asambleas, ya sean generales o especiales.

Para una Asamblea del Sínodo de los Obispos se pueden designar Secretarios especiales, que permanecen en su función sólo durante la Asamblea.

El derecho canónico no especifica el periodo en que debe ser convocado una Asamblea del Sínodo de Obispos. En la práctica se vienen convocando cada tres años; esta práctica quedó interrumpida al final del siglo XX, con motivo de la convocatoria de las cinco Asambleas especiales por continentes que se celebraron en torno al año 2000. En 2001 se celebró una asamblea general ordinaria, sobre la misión de los Obispos, y en octubre de 2005 se celebró otra sobre la Eucaristía.

4. Desarrollo del Sínodo de los Obispos

Además del decreto de convocatoria -en el que se incluye la designación de los miembros del Sínodo, tipo de Asamblea y asuntos a tratar- la Secretaría General generalmente elabora un instrumento de trabajo (instrumentum laboris) que se envía a los miembros. En él se contienen las líneas generales del trabajo que se pretende desarrollar en la Asamblea, así como las consultas que se ponen a la consideración de los Padres sinodales.

La Asamblea del Sínodo de los Obispos se desarrolla en Roma, aunque nada impide que tenga lugar en otro sitio. Las Asambleas ordinarias suelen desarrollarse en sesiones diarias durante un mes aproximadamente.

Las Asambleas del Sínodo de los Obispos finalizan con la clausura, que corresponde realizar al Papa. Además, queda suspendida ipso iure (por el mismo derecho), cuando una vez convocada o durante su celebración, se produce la vacante de la Sede Apostólica; y asimismo se suspende la función de los Padres sinodales hasta que el nuevo Pontífice declare disuelta la asamblea o decrete su continuación.

El fruto del trabajo del Sínodo de Obispos son las actas del Sínodo, que se presentan al Santo Padre. Muchas veces del Sínodo aparecen propuestas, consultas y sugerencias. Todas ellas se contienen en las Actas que se presentan al Papa para su consideración. Hasta el momento, después de casi todas las Asambleas del Sínodo de Obispos el Papa ha promulgado una exhortación postsinodal que recoge las indicaciones que considera conveniente. Otros frutos han sido sugerencias que se han puesto en marcha; entre ellas, hay algunas tan importantes como la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica, sugerencia que procede de los Padres sinodales de la Asamblea Extraordinaria de 1985 convocada por Juan Pablo II, con ocasión con ocasión del vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.

DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

Se llama Magisterio de la Iglesia al oficio de enseñar el Evangelio y de interpretar auténticamente la Revelación. Este oficio o ministerio público fue confiado por Cristo a los Apóstoles, a quienes prometió la asistencia del Espíritu Santo, y se conserva en los Pastores de la Iglesia –el Papa y los Obispos-, que son los sucesores de los Apóstoles.

1. El Concilio Vaticano II

El Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-65) tenía como propósito y deseo hacer patente la misión apostólica y pasto-ral de la Iglesia y conducir a todos los hombres, mediante el resplandor de la verdad del Evangelio, a la búsqueda y acogida del amor de Cristo que está sobre toda cosa.

A esta Asamblea, el Papa Juan XXIII le fijó como principal tarea la de conservar y explicar mejor el depósito de la doctrina cristiana, con el fin de hacerlo más accesible a los fieles de Cristo y a todos los hombres de buena voluntad.

Para esto, el Concilio no debía comenzar por condenar los errores de la época, sino, ante todo, debía dedicarse a mostrar serenamente la fuerza y la belleza de la doctrina de la fe.

Con la ayuda de Dios, los Padres conciliares pudieron elaborar, a lo largo de cuatro años de trabajo, un conjunto considerable de exposiciones doctrinales y de directrices pastorales ofrecidas a toda la Iglesia.

2. Criterios de renovación del Concilio

Los criterios conciliares de renovación podemos concretarlos en los siguientes:

  1. Cristo, vértice del hombre. Colocar a Cristo en el vértice y en el origen de nuestra vida; es decir, en el centro de nuestro pensamiento y de nuestra conducta.
  2. Concepción comunitaria de la vida cristiana. Familiarizarse con la concepción comunitaria de la vida cristiana, incluso con la vida interior y personal de los demás: de sus problemas, inquietudes y necesidades con espíritu de justicia, lealtad, solidaridad y caridad.
  3. Coherencia con la fe. El cristiano debe recomponer todos los aspectos de su existencia en una unidad de vida espiritual y moral.

3. Ejes de renovación del Concilio

Los criterios de renovación eclesial se verifican en el Vaticano II en torno a estos tres ejes.

  1. La dimensión bíblica del Concilio. El Concilio Vaticano II ha hecho que la dimensión bíblica esté patente en todos sus documentos y en la mentalidad que ha creado.
  2. El carácter pastoral colectivo y recíproco. El Vaticano II concibe el ministerio sacerdotal como el ejercicio de la autoridad sagrada al servicio de los hombres y movido por el amor de Cristo. De ese servicio pastoral parti-cipan todos los fieles, quienes, mediante el ejercicio del sacerdocio común, tienen el deber apostólico y misionero de llevar a Cristo a los demás.
  3. La dimensión ecuménica, entendida en su sentido positivo y progresivo. Se ha conseguido la convicción de que el Cristianismo es uno solo: Cristo quiere la unidad; una sola Iglesia debe expresar esa unidad; la causa religiosa tiene necesidad de la unidad.

4. Visión global de la Iglesia en el Vaticano II

El Concilio Vaticano II aporta a la vida de la Iglesia un nuevo estilo, una actitud de caridad activa para llevar al mundo el mensaje de salvación. La visión global que aporta el Vaticano II sobre la Iglesia podemos sintetizarla en los siguientes puntos: a) la Iglesia como misterio; b) Pueblo de Dios; c) la colegialidad episcopal; d) importancia de la Iglesia local; e) los laicos; f) llamada universal a la Santidad; g) el ecumenismo; h) amor al mundo.

En la Constitución pastoral Gaudium et spes se especifica la actitud amorosa de la Iglesia para con el mundo. El católico auténtico y la misma Iglesia, deben compartir con todos sus contemporáneos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo. Se supera, así, tanto la actitud inmovilista de repulsa al mundo, como también la actitud relativista de "convertirse" a los males existentes en el mundo. La simpatía y el amor al mundo están motivados por el afán y la misión de llevar al mundo la salvación de Cristo que se realiza en el Iglesia. Esta perspectiva nos lleva a asumir con decisión la tarea, el compromiso ante Dios y los hombres, que implica necesariamente el hecho de haber recibido el Bautismo.

5. El Código de Derecho Canónico

El Código de Derecho Canónico (en latín Codex Iuris Canonici, representado como "CIC" en las citas bibliográficas) es el conjunto ordenado de las normas jurídicas que regulan la organización de la Iglesia católica de rito latino, la jerarquía de gobierno, los derechos y obligaciones de los fieles y el conjunto de sacramentos y sanciones que se establecen por la contravención de esas normas. Mediante la Constitución Apostólica Sacrae disciplinae leges, del 15 de enero de 1983, Juan Pablo II promulgó el Código de Derecho Canónico, que entró en vigor el 27 de noviembre de 1983.

6. El Catecismo de la Iglesia Católica

En la celebración de la asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos, el 25 de enero de 1985, los Padres del Sínodo expresaron el deseo de «que fuese redactado un Catecismo o compendio de toda la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral, que sería como un texto de referencia para los catecismos o compendios que se redactan en los diversos países. La presentación de la doctrina debería ser bíblica y litúrgica, exponiendo una doctrina segura y, al mismo tiempo, adaptada a la vida actual de los cristianos».

Este catecismo tiene por fin presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia.

Tras la renovación de la Liturgia y el nuevo Código de Derecho Canónico de la Iglesia latina y de los Cánones de las Iglesias orientales católicas, el catecismo es una contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial, deseada y promovida por el Concilio Vaticano II.

7. Encíclicas Papales

Una encíclica fue originalmente una carta circular enviada a todas las iglesias de una zona en la antigua iglesia cristiana. En ese momento, la palabra podía ser usada para una carta enviada por cualquier obispo a sus fieles. La palabra proviene del latín Encyclia y del griego......... ("egkyklios") que significa "envolver en círculo", que es también el origen de la palabra "enciclopedia". La Iglesia Católica Romana en general, sólo utiliza este término para las encíclicas papales, pero la Iglesia Ortodoxa Oriental y de la Comunión Anglicana mantiene el uso antiguo.

Con este nombre se denominan así, a partir de Benedicto XIV (1740-1758), las cartas circulares del Papa impresas y dirigidas a todo el episcopado de la Iglesia o a una parte del mismo, como también, a través de los obispos, a los fieles y, ocasionalmente, a todos los hombres de buena voluntad. El objeto de las Encíclicas es exponer la doctrina de la Iglesia en algunos puntos concretos, de acuerdo con las exigencias de los tiempos, o poner sobre aviso acerca de los peligros, que corre la fe con la divulgación de determinados errores. Sirven además para exhortar a los católicos a la defensa y fidelidad a la verdad. Proponen nuevas normas de conducta conforme a las nuevas circunstancias de vida o de la sociedad. Recuerdan algunas doctrinas siempre tenidas por la Iglesia o enseñadas por el Magisterio en otras ocasiones, o en los mismos concilios ecuménicos.

Las encíclicas obligan siempre a una aceptación obediente, si bien existen distintos grados de exigencia, de acuerdo con el contenido o al grado de autoridad conferido. Cuando una sentencia papal publicada en una encíclica dirime alguna cuestión controvertida, su contenido deja de estar a disposición del libre debate de los teólogos.

lunes, 25 de abril de 2011

ER - I BIMESTRE - 3ro Secundaria

 

CRISTO EN MI VIDA

Caminamos hacia la Pascua

REFLEXIÓN

Hablemos de vocación

Como suele suceder, las cosas más importantes de la vida, son difíciles de definir

El concepto de vocación se presta a diversas interpretaciones y por tanto puede provocar confusión. Podemos usar la palabra vocación de diferentes maneras, en diversos niveles. Existen, por ejemplo, escuelas "vocacionales"; se dice que alguien tiene "mucha vocación" para algún oficio o profesión; si un muchacho se sale del seminario "es que no tenía vocación". Y también hablamos de "vocación matrimonial o religiosa". ¿De qué estamos hablando?
En realidad, la palabra vocación proviene del latín: vocare, que significa llamado. Sentir una vocación equivale a decir que alguien me está llamando. De otra manera no tiene sentido.

A. Agradezcamos a María por su compañía

Para realizar la reconciliación de los hombres, Dios preparó a una mujer, llenándola de gracias especiales para que fuera la Madre de Dios. La libró del pecado original y de todo pecado, desde el primer momento de su existencia y siempre fue santísima. Esa Mujer, María, sería la Madre de Dios y por ello, auténtica Madre nuestra.

Un día Dios envió al Arcángel Gabriel a la ciudad de Nazaret, a la Virgen María, que estaba desposada con San José. La saludó llamándola "llena de gracia", y le expuso el Plan de Dios: Ella sería la Madre del Salvador por obra del Espíritu Santo, porque para Dios nada hay imposible.

La Virgen María aceptó de inmediato el plan de Dios, diciendo: "He aquí la sierva del Señor, hágase en mi según tu palabra"(Lc 1,38). En aquel mismo momento, se hizo Hombre la segunda Persona de la Santísima Trinidad, sin dejar de ser Dios.

1. ¿Quién es la Santísima Virgen María?

La Santísima Virgen María es la Nueva Eva, la Mujer perfecta, llena de gracia y virtudes, concebida sin pecado original, que es Madre de Dios y madre nuestra, y que está en el cielo en cuerpo y alma; y que nos acompaña permanentemente en nuestros esfuerzos por ser cristianos con gran solicitud y amor maternal.

2. ¿Por qué decimos que la Virgen María es verdaderamente Madre de Dios?

Decimos que la Virgen María es verdaderamente Madre de Dios porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo.

3. ¿Por qué decimos que la Virgen María es madre nuestra?

Decimos que la Virgen María es madre nuestra porque, por su obediencia, se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes; además, porque es Madre de Jesucristo, con quien estamos unidos por la gracia, formando un solo Cuerpo Místico.

4. ¿Cuáles son los singulares privilegios que Dios concedió a la Virgen María?

Los singulares privilegios que Dios concedió a la Virgen María son: su Concepción Inmaculada, su perpetua Virginidad, su Maternidad divina y su Asunción en cuerpo y alma a los cielos.

5. ¿Qué lugar ocupa la Santísima Virgen María en el Plan de Reconciliación?

La Santísima Virgen María ocupa en la redención el lugar de Cooperadora de la Redención, porque colaboró con su fe y su obediencia libres a la reconciliación de los hombres. Por deseo explícito del Señor Jesús, que nos la señaló como Madre (ver Jn. 19,27), María es verdaderamente Madre de todos los cristianos, quienes realizan su peregrinación terrena bajo los tiernos cuidados maternales y la compañía de María.